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Jess -viii [30 octubre 2010]

En el cabo de tan solo unas semanas mi vida estaba experimentando unos cambios que hacía unos meses no podría imaginar. Sin contar con lo que les estaba pasando a los chicos que tenía guardados en la agenda de mi teléfono, que extrañamente no me pilló desprevenida. Cualquiera que hubiese visto lo que vi yo ese verano con una mínima base sobre producción musical y media sabía que podrían reventarnos a todos en la cara. Y así lo hicieron. Así que no fue demasiado sorprendente para mí que se convirtiesen en Trending Topic en Twitter todos los fines de semana, pero eso no quitaba que fuera extremadamente raro. Pero no, eso no era lo más raro de todo lo que estaba sucediendo en mi vida. Conforme pasaban las semanas más nerviosa me ponía cuando se acercaba la hora de verla, y más fuerte brincaba mi corazón cuando aparecía con una sonrisa en la cara por el umbral de la puerta de clase. Siempre me aseguraba de que llegaba antes que ella sólo para poder verla llegar y oler el aroma dulce y fresco seguirle cuando pasaba por mi lado sonriéndome débilmente. Lo que antes era una rutina extraña y novedosa, ahora me despertaba decepcionada al no haber soñado con ella esa noche, pero siempre me levantaba con una sonrisa al leer sus mensajes de buenos días. Sabía que había noches enteras en las que ella no dormía, y que solía esperar a que fuera lo suficientemente temprano para despertarme con un mensaje. Y luego me acariciaba sutilmente la mano cuando se acercaba a saludarme al llegar. No quería pensarlo de esa manera, pero realmente estaba empeorando. Por eso estaba especialmente nerviosa cuando me invitaron a la fiesta de Halloween que habían organizado en uno de los pubs más prestigiosos de Londres. Sabía que me vendría bien salir; no lo hacía desde mi cumpleaños y realmente necesitaba aparcar mi mente unos segundos y dejarme llevar. Pero no era eso en especial lo que me ponía nerviosa. Me ponía nerviosa el tener que ver a Zayn de nuevo, y qué es lo que pasaría si me dejaba llevar, como tenía planeado. Por suerte lo disimulé lo suficientemente bien como para que no lo notase nadie. Tuve suerte con la situación, y pude camuflar mis nervios entre la marea de gritos y flashes en los que tuve que sumergirme una vez salimos de los estudios hacia el coche. En mis recuerdos, siempre se aseguraban de que las personas que esperaban fuera todos los fines de semana estaban alejadas de los coches que entraban y salían continuamente del recinto. Ese día, parece ser, les dio exactamente igual, y dejaron que el públicos e nos abalanzara por encina. Así que, decir que tuve suerte no es exactamente correcto, pero por lo menos, mi semblante era justificable. Es cierto que me había dejado los tímpanos taponados y las manos temblorosas. Verlo desde fuera todos los sábados era completamente distinto a verlo en primera persona, con las pancartas bloqueándote el paso y los flashes de las cámaras cegándote la visión momentáneamente. Era abrumador, y estuve algo aliviada cuando me di cuenta de que ese tipo de vida era el que quería evitar a toda costa, por mucho que quisiera dedicarme a la música. Pero sabía que Jane necesitaría otro tipo de consuelo al verla asomarse por la puerta cuando llegó al local completamente pálida, y su cara empeoró cuando el portero le pidió su chaqueta. Solté una carcajada cuando la vi, estaba tardando algo más que los demás en entregarle su abrigo al señor que le esperaba pacientemente. Comencé a caminar hacia ella antes de que, una vez dio unos pasos más dentro del local, le pegaba en el pecho a Harry al burlarse de ella, y dirigirme la mirada todavía algo horrorizada. La sujeté de la mano para tratar de tranquilizarla. —¿Has visto eso? Ella asintió apartando la mirada y ambas dejamos que Ellen tirase de nosotras directamente hacia la barra para pedirnos algo de beber. Se colocó a mi lado y me pellizcó la mejilla cariñosa y le devolví la sonrisa. Jane todavía parecía algo abrumada por la situación, por lo que Ellen trató de animar algo la noche. —Ha sido super divertido —dijo. Jane alzó una ceja. —Sí, pues necesito una puta copa. Las dos nos reímos de su comentario, y en cuanto nos dieron nuestras consumiciones en míseros vasos de tubo bien cargados de hielos, yo ya estaba temiendo por el precio de la tontería. Por suerte, Jane se había ofrecido pagar la primera ronda, y con el billete fuera esperó a que la camarera viniese de nuevo. —Es una fiesta privada. No me debes nada. Nos miramos entre las tres algo sorprendidas, y al ver que la camarera se marchase de nuevo, por fin la cara de la rubia se iluminó un poco. Así que brindamos nuestros vasos sin pensarlo dos veces y decidimos aprovecharnos de ello. Supe que tendría que haberme quedado bailando con ellas y eso en un principio era mi plan, aunque una mano algo característica tiró de mi brazo y me atrajo hacia él con tan solo un movimiento. —Jess —me dijo con una sonrisa, todavía sujetando mi mano y bajando sus dedos por mi brazo lentamente. —Zayn. Mierda, casi no podía evitar los escalofríos en mi piel al verle mirarme de esa manera, cosa que me puso todavía más nerviosa. Aparté la mirada de él rápidamente, le sujeté la mano con la pajita en la boca y lo arrastré conmigo a sentarnos en los sofás, por mucho que no debía si no quería confundirme más todavía de lo que estaba. Pero lo cierto era que seguía sintiéndome muy atraída hacia él por mucho que no quisiera. Me relajé un poco al ver que el resto de chicos más alguno de los demás concursantes del programa se sentaron a nuestro alrededor y el peligro de estar a solas con él ya no estaba visible en ninguno de nuestros pantalones. Aunque eso no le impedía ponerme una mano en el muslo con algo de timidez, pero yo ya sabía que no era tan tímido cuando sólo estábamos los dos. Cuando Jane y Ellen se cansaron de bailar solas, se sentaron en el sofá de enfrente nuestra, y al ver a Jane poner su vaso en la mesa vacío, utilicé la excusa de levantarme e ir a por otra consumición también para mí. La verdad es que necesitaba salir de ahí un momento, al sentir los pensamientos hacerme prisionera demasiado rápido y poder deshacerme de las cuerdas que empezaban a rodearme. Y sabía que el alcohol no estaba ayudándome demasiado con aquel tema, pero de eso no quería prescindir tan rápidamente. Lena no dejaba de estar en el fondo de mi mente, pero al mismo tiempo Zayn estaba ahí sentado a mi lado y acariciándome el muslo probablemente esperando de mí algo que ya no estaba tan segura de que iba a poder darle. Aunque, al mismo tiempo, ¿no era mucho menos problemático para todo el mundo que directamente me centrase en Zayn y ya está? Me ahorraría muchas conversaciones incómodas con la gente, no tendría que hablar con mis padres acerca de que tal vez me gustasen las chicas, pero que los chicos seguían atrayéndome de la misma manera. ¿No era mejor elegir uno de ellos y dejarme de tonterías? Probablemente fueran tan solo mis hormonas adolescentes de todas formas, probablemente ni siquiera iba a ir a nada más y se me acabaría pasando esta rara obsesión que estaba creando mi cabeza. Así que cuando fui a darle la bebida a mi amiga y sentí a Zayn tirar una vez más de mi cintura con otras intenciones en su mente esta vez, me dejé llevar de la manera en la que él quiso. Nunca había estado en el lavabo de chicos de una discoteca, y siempre me la habría imaginado empapado de agua y sucio, pero se me estaba olvidando del hecho de que estábamos literalmente en uno de los pubs más caros de una de las ciudades más metropolitanas del mundo. Así que el suelo no estaba inundado ni los espejos garabateados con rotulador. —Así que eres famoso ahora, ¿eh? —le pregunté apoyada en los lavabos mirando cómo se encendía un cigarro. Se encogió de hombros y me lo tendió para poder darle una calada. —Ese es el objetivo. Me reí, y le miré mordisqueándome la comisura de los labios. Quise silenciar mi mente de una vez por todas y tratar de poner un orden en mi cabeza, así que de un impulso tiré el cigarro en el lavabo y me lancé a él para besarle en los labios. Él no pareció reacio, sujetó mi cadera en seguida y me agarró las piernas para subirme a la cerámica. Me acarició el cuello mientras me besaba como si me hubiese echado de menos. Lo intentaba, me sujetaba las costillas mientras me mordía la clavícula, cerraba los ojos y me centraba de nuevo. Resbalaba sus labios sobre mi piel conforme su mirada castaña aparecía en mi mente, sacudía mi cabeza y era yo la que lo besaba a él, y sus dedos enredaban por debajo de mi camisa, escuchaba su risa en el fondo de mi mente mientras pellizcaba su cintura. Sus labios se transformaron y me mordían de forma distinta, y de pronto sus ojos me miraban desafiantes con un brillo especial, alzó una ceja y curvó sus labios en una sonrisa, contenta de que de nuevo se había colado en mi mente por mucho que yo la estaba intentando apartar. Para ser ella la primera en besarme a mí de nuevo mientras me acariciaba la cadera. Tuve que detenerme al sentir un escalofrío por mis piernas y mi espalda, y puse una mano en su pecho para hacerle parar. Zayn me miraba algo confundido, pero yo esquivaba su mirada con miedo a que me hubiese descubierto. O peor. Con miedo a que volviese a aparecer ella en su lugar. Le sonreí para tratar de tranquilizarlo y no delatarme. —Deberíamos volver —dije. Él me sonrió y me pellizcó la barbilla cariñoso. Era sencillo, lo único que tuve que hacer era dejarle entender que no quería levar aquello a más y que lo único que buscaba era enrollarme en los baños durante unos minutos y ya. Él era lo suficientemente decente como para respetar mi palabra. Al volver tuve la necesidad de pronto de desahogarme con alguien con urgencia, o tal vez era el alcohol estaba haciendo su efecto y estaba tomando posesión de mis pensamientos. Ellen estaba demasiado ocupada con uno de los chicos del programa y Jane no estaba por ningún lado visible, así que tuve que tragarme las palabras. Quise marcharme a casa y consultar todo lo que estaba pasando con la almohada, pero temía que los fotógrafos siguiesen estando en la salida, y no quería tener que lidiar con ellos por mucho que pasaría desapercibida. Esperé a que volviese Jane en la barra para volver las tres a casa juntas, y me pedí otra copa mientras lo hacía. Quise no recaer en los pensamientos que ya me habían mantenido presa con anterioridad, pero lo que había ocurrido en el baño realmente había empeorado todavía más la situación en la que estaba. Había querido callar los sentimientos con otra persona pensando que así funcionaría, me había dado con el canto en los dientes. Por mucho que besase a otros chicos, ella siempre encontraría un hueco en mi cabeza. Tuve que recomponerme al recordar cómo había imaginado sus dedos sobre mi cuerpo en vez de los de él y el escalofrío que me había recorrido de esa manera el cuerpo, en cómo había cerrado sus ojos al imaginarme sus labios sobre mi cuello de esa forma tan cálida. Me llevé el vaso a los labios con un suspiro y deseé que terminase de una vez. —Jess, hola. Giré la mirada con la copa todavía en las manos y tragué la bebida al ver a Harry a mi lado sonriéndome. —Ah, hola. ¿Dónde estabas? —dije poniendo el vaso sobre la barra. Se encogió de hombros. —Por ahí —respondió poniendo la mirada detrás mía sutilmente. No dudé en seguirle la mirada y observar junto a él cómo Jane se sentaba junto a Ellen. Puse los ojos en blanco con una sonrisa y le devolví la mirada con una sonrisa. —Ya. Tienes un chupetón enorme en el cuello —le dije. Apartó la mirada intentándose no mostrarse incómodo y llevándose una mano al cuello para tratar de ocultarlo. Me reí en una carcajada. —Estoy bromeando. Me golpeó suavemente en el hombro con el suyo sonrojándose un poco y sin poder evitar sonreír, y sujetó mi copa para darle un pequeño trago. —¿Qué haces aquí sola? —Bueno, estas zorras me han dejado sola. —Lo siento. —Deberías. Se rió. —Supuse que estarías bien, sé que tu y Zayn os habéis llevado bien desde el principio. Negué con la cabeza con una sonrisa. —No te preocupes. Si me acabo de liar con él en el baño. Se sentó en el taburete a mi lado y me dirigió una sonrisa orgullosa. Intenté devolvérsela, pero no me salió del todo como quise. Simplemente me encogí de hombros y aparté la mirada. —¿Qué pasa? Eso es bueno, ¿no? —me dijo con la voz algo menos juguetona. Le miré durante unos segundos y después me pasé una mano por la cara con un gruñido. —Creo que me está gustando un poco demasiado. Me llevé nuevamente la pajita a la boca y traté de no mirarle directamente a los ojos. Se quedó callado mirándome más serio incluso que antes, y su mirada vaciló unos instantes, tratando escoger bien las palabras que me quería decir. Resopló, y antes de que dijera nada, tuve que tragar rápidamente e interrumpirle para que no me malinterpretara. —No, no. No estoy hablando de Zayn —dije con una carcajada—. No. Eso me ahorraría un par de problemas, en realidad —murmuré. Esperó con paciencia a que dijera algo más, con curiosidad en los ojos pero en un silencio respetuoso. Me mordí los labios mirando hacia delante y tragué saliva. —Creo que me estoy enamorando de una chica. Ya está. Lo había dicho en alto de una vez por todas. Y cuando pensé que el mundo colapsaría o que se derrumbaría bajo mis pies de pronto, miré al chico para ver su reacción y esperar a que la tierra me arrastrase a su interior. Pero la música seguía sonando, y él tan sólo me estaba mirando con una pequeña sonrisa orgullosa. Aparté la mirada rápidamente de él algo avergonzada, arrepintiéndome un poco de haberle soltado una bomba así a alguien que apenas conocía. —Lo siento, seguro que tienes un montón en lo que pensar, no debería rallarte con mis tonterías. Sentí su mano sujetarme el brazo segundos antes de atraerme hacia él para darme un abrazo. Realmente no sabía que necesitaba uno hasta que sentí sus brazos arroparme los hombros con cariño, y sonreí instantáneamente. —No digas eso. Estaré encantado de escucharte, tonta. Además, suena a que llevas tiempo queriéndolo decir en alto. Asentí sintiendo cómo me daba un ultimo apretón en mis brazos y me soltaba. Se apoyó de nuevo en el taburete, pero esa vez no tuvo miedo de mirarme a los ojos cuando quise buscar las palabras adecuadas. —Es todo muy raro. Ni siquiera sé qué está pasando y por qué me está pasando justo ahora. Nunca antes he tenido dudas acerca si me gustan o no las chicas. —¿Quién es? De nuevo, al pensar en ella, sonreí automáticamente y sentí mis mejillas colorarse. —Es una chica de mi clase. —Deberías haberte visto la cara cuando has dicho eso —dijo después de una carcajada y de pellizcarme la mejilla. Le miré con el ceño fruncido. —No te rías de mí. —¿Ha salido hoy? Negué con la cabeza. —No, seguro que está viendo alguna cosa en Netflix en casa. —¿Por qué no la llamas? Le miré con las cejas alzadas en sorpresa. —¿Estás loco? Pensaba que la que estaba borracha era yo. —Lo digo en serio, Jess. Podrías decirle que venga. Esbocé una mueca. —No creo que venir a un club sea algo que le guste. Si no ha salido es por algo. Se quedó callado unos segundos pensativo antes de volver a dedicarme una sonrisa. —No te quiero presionar a nada, Jess. Pero creo que deberías decírselo. Esta noche. Solté una carcajada. —Estás de la olla. —Lo digo en serio. Seguro que si hablas así de ella es porque piensas que puede ser mutuo, ¿no? Titubeé algo encogiéndome de hombros apartando la mirada de él, aunque sin pronunciar una palabra decente. Decir en alto que sentía algo por una chica era ya difícil, pero probablemente nada que ver con decir que tal vez ella sintiera las mismas dudas por mí. Sólo pensar en ello me producía una sensación en el estómago que me hacía querer brincar de felicidad, por mucho que sabia que sí, que había una gran probabilidad de que ella estaba teniendo los mismos dilemas que yo a juzgar por todas las conversaciones que teníamos y nuestras miradas clandestinas que nos dedicábamos. Al ver que estaba en un pequeño aprieto, Harry continuó hablando: —Si quieres, y si no quieres no pasa nada, te acompaño a donde vive. Le miraba como si se hubiese vuelto rematadamente loco, pero él me devolvía la mirada creciendo la sonrisa cada vez más e insistiendo con la mirada, por mucho que no me sintiera presionada del todo. Y la idea era cada vez más atractiva en mi cabeza, ir en mitad de la noche a su casa como había venido ella a la mía. Hablar con ella y poder mirarla a los ojos, debatir qué es lo que estaba sucediendo y por fin dejar de tenerle tanto miedo a la situación. Volver a dormir con ella y oler su pelo por la noche. Pero sabía que era una fantasía que se tendría que mantener en mis sueños por ahora. —Suena bien, pero creo que no voy a poder hacerlo hoy. No pude ver decepción en su mirada cuando le dije aquello, y en realidad estaba aliviada de que no me fuera a presionar más que aquello, por mucho que ya sabía que iba a ser así. Me sonrió y tiró de mi mano hasta bajarme del taburete y llevarme hasta donde estaba el resto, para tratar de mantener mi sonrisa a flote. Me senté entre mis dos amigas que ya me estaban recibiendo con los brazos abiertos por mucho que estaba interrumpiendo una conversación entre ellas. Ellen me besó la mejilla y Jane me colocó bien el pelo en cuanto me senté, y siguieron como si nada. Zayn me sonreía desde el otro sofá y me guiñó un ojo. Me sentí como en casa, haciéndole la misma broma a la rubia que le había hecho a Harry, pero recibiendo un golpe en el hombro y las carcajadas de Ellen a mi lado. Hiciera las bromas que hiciera, había una sensación en el estómago que no parecía desvanecerse. No sabría cómo describirlo, pero me hacía recordar a cuando iba a nadar con mi madre cuando era pequeña. En el momento que me soltabó durante tan sólo unos segundos a flote por primera vez sin aquellos flotadores en los brazos. Me asusté de tal manera que podría haber empezado a llorar, pero tan sólo unos segundos más tarde mi madre volvió a sujetarme dentro del agua. Al principio estaba aliviada y di gracias de que me hubiese vuelto a sujetar. Pero cuando salí y fuimos hacia los vestuarios, sentí ese cosquilleo en el estómago. La sensación de que me había perdido algo grande. Justo como entonces. Tenía la sensación de que me estaba perdiendo algo que podría suceder, algo del que probablemente me arrepentiría si volviese a casa sin haberlo intentado. Así que me levanté del sofá y me acerqué a Harry, que ya me estaba mirando con una sonrisa. —De acuerdo. Vamos.

Yo: estás despierta? Mordí el borde de mi teléfono dejando que las farolas bañasen mi cara conforme pasaban por nuestro lado. Sentía mi corazón bombardearme en el pecho con cada minuto que pasaba, y hacía lo posible por mostrarme neutral y no dejarme ver que estaba perdiendo los nervios. Harry estaba haciendo lo mejor que podía por tranquilizarme, que era dejándome en paz y dejar que mirara nerviosa por la ventana. Ya me había dicho que podíamos dar la vuelta en cuando quisiésemos, que él iba a volver a la fiesta en cuando me dejasen en casa de Lena y que no me iba a juzgar. Pero por mucho que quisiera salir corriendo, sabía que la sensación que tenía de montaña rusa en el estómago la tenía que aprovechar justo en ese momento, y que de ninguna manera me iba a meter en la cama decepcionada por no haberlo intentado. Lena 🍒: sí Lena 🍒: por qué? Mi corazón dio un brinco y la opción de que no me contestase porque estaba dormida se desvaneció en el aire, y de pronto fue todo demasiado real. Pude ver cómo el coche se acercaba poco a poco a la zona donde vivía, y seguía repitiendo las palabras que tenía que decir en cuanto la viera en mi cabeza una y otra vez. Pero no pensé que iba a ser capaz de decirlas en voz alta si tan solo pensarlas se me hacía difícil. El coche se detuvo y con movimientos apresurados sujeté mi bolso. Había empezado a llover, pero eso no detuvo a Harry bajarse del coche conmigo para darme un abrazo. —Suerte. Si quieres que venga a buscarte me llamas. Le sonreí. —Gracias. Suerte mañana. Se despidió con una sonrisa y esperé a que el coche se marchase de nuevo para observar el edificio y coger una última bocanada de aire cargada de valor. Yo: estoy en tu calle No obtuve respuesta en seguida, pero eso no hizo que mi pulso se ralentizara ni con la lluvia golpeándome la cara y mojara mi abrigo. Quise ver en algún reflejo cómo me veía y si estaba lo suficientemente presentable para que me viese así, pero luego recordé que probablemente nunca antes me había arreglado como esa noche, sólo para cumplir con la etiqueta de vestimenta que se requería, así que me relajé un poco durante unos segundos. No duró demasiado mi sosiego; volví a sentir mi corazón golpearme las costillas al ver la luz de su portal encenderse, seguido de una figura pequeña abrir la puerta a lo lejos. Pero lo único que hice al respecto fue sonreír, y me acerqué caminando hacia ella. Pude ver su sonrisa crecerle en los labios al verme acercarme a ella, dejó la puerta cerrarse tras suya al salir corriendo en mi busca sin importarle la lluvia que caía tan torrencialmente y mojaba el suelo con tanto enfado. Yo tampoco pude evitar sonreír todavía más cuando la vi acercarse hacia mí, y en cuanto la tuve en mis brazos pude escuchar su aliento agitado y su sonrisa dedicada exclusivamente a mí. Se aferró a mí como si fuese a salvarle la vida, en tirantes y zapatillas de casa, con la piel mojada bajo mis dedos. No dudó en mirarme a los ojos como había hecho tantas otras veces, pero a excepción del pasado, no me quedé quieta y aparté la mirada, y yo tampoco dude en acercarme a ella para darle un beso en los labios. Con alivio y más excitación de la que esperaba, me sujetó la cara y me devolvió el beso todavía dejando que le sujetara la cadera con mis brazos. Le aparté el pelo mojado que ahora se le pegaba a la cara después de separarme de ella tan solo unos milímetros, y sus ojos brillaron en los míos al por fin poder compartir algo que ambas nos había atormentado durante tantos días. Y con una sonrisa nueva, volvió a inclinarse sobre mí para besarme de nuevo.

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